Solo
se vive una vez, y la vida, como su propio nombre indica está para
vivirla. Volverte loca los fines de semana no es malo, en todo caso, los
hace más interesantes. Hacer cosas inesperadas. Brincar de alegría
cuando estás contenta. Tirar la botella de champán por los aires.
Subirte al coche de tus padres con 15 años y ponerte al volante. Poner
la música a tope dentro del tranvía y que todo el mundo se te quede
mirando. Llegar a clase y decir: 'ah, ¿es que había examen? Llegar tarde
siempre porque te ha pasado algo en el camino. No rendirte nunca. Y si
pasa algo que no esperabas, engancharte más a eso para conseguirlo, ya
que, las cosas imposibles no existen, somos nosotros los que creemos que
son imposibles. Estar loca no es nada malo. En todo caso, hace que seas
especial. Bañarte en la playa ese 4 de diciembre tan friolero. Ir por
la calle vestida con cortinas. Desayunar cerveza. No saber en qué día
vives, ni en qué hora. Viajar por todo el mundo con una billetera que en
su interior solo tiene 10 euros. Eso es lo mejor que hay en el mundo.
Hacer cosas inolvidables e insuperables. Y para eso, no hace falta gran
cosa. Solo ganas de vivir como se debe vivir.